3# Buen café: tus gustos te cuentan cómo reconocerlo.

Te estás preguntando ¿Y a mí qué café me gusta? Normalmente nos gusta lo que conocemos.

En Europa la tradición son cafés oscuros y amargos que la mayoría bebe con leche y azúcar.

Pero se me olvidó cuando vino mi hermana de visita. Se me olvidó que mi hermana no es cafetera pero ese, el café oscuro y amargo es el tipo de café que conoce. Pensé que aunque ella bebe té, podía tentarla con los cafés con los que ahora me trato, amables, interesantes y seductores.

A la hora de elegir qué café le iba a dar a probar pensé “es amante del té verde de toda la vida”. Así que busqué un café con un perfil de sabor de aromas florales. Estaba segura de que le encantaría.

Después del desayuno y después de contarle la historia de los buenos cafés, entre risas y expectación abrí el paquete y me recorrió un escalofrío. Había comprado un café tostado claro, era lo que buscaba, pero este era un tostado muy, muy claro. Un perfil de tostado originario de los países del norte.

Y se me heló la sonrisa.

A ver, tengo a la sister frita con información de lo que es un buen café. Y cuando por fin tengo la oportunidad de hacerle una demostración en vivo, la única prueba que tenía de lo que es un buen café era este tostado claro, un tostado que amenaba sabores vegetales, metálicos y ácidos.

Pero de pronto empecé a notar mariposas. Era la primera vez que tenía en mis manos un tostado tan claro. La etiqueta decía “dulce y afrutado”, los granos eran de un tamaño homogéneo y la superficie bastante tersa, signo de un tostado maestro. “Carolina fuera prejuicios, haz café y sal de dudas”.

Me aseguré una infusión que extrajera el máximo dulzor que un nórdico puede prometer.

La sister, divertida, no daba crédito a tanta expectación. Según ella era sólo un café. Para nosotros, era un tueste inusual, al que teníamos ganas de conocer hace tiempo. Stefan y yo lo probamos primero. Nos miramos y sonreímos “¡Qué rico!”

No era un rico de la liga de los “interesantes” que sólo disfrutamos en la intimidad los metidos en harinas cafeteras pero que no te atreves a sacar de paseo porque pueden desatarse sus complejos. Estaba segura de que este café no podía tener ningún complejos. Por supuesto, era un tostado claro, así que hacía gala de matices muy de la tierra, vegetales y florales pero también era dulce, era sedoso y delicado. Un encanto. Le serví feliz una taza a mi hermana.

-¿Te gusta?.

Silencio. Lo vuelve a probar. Me mira y pone carita.

– ¿No te gusta?.

Bebe de nuevo.

Si me dan este café en una cafetería pensaría que le pasa algo.

– ¿Qué es lo que le pasa?

– No sabe a café. Bueno sí sabe a café, pero no sabe como sabe siempre el café.

Y tenía razón. Este café recuerda a las infusiones de plantas y flores no al café, pensaba que le faltaba cuerpo, que era “aguachirri”, como decimos en España.

Al rato decidió que era raro pero estaba bueno. ¿Lo decía para alegrarme o era verdad?. En ese momento me di cuenta que así empecé yo también a beber los nuevos cafés, comparándolos con la idea que yo tenía de lo que es un café. No comparaba los cafés con mi amor por el té y las infusiones.

Me dí cuenta también, aliviada, que la sister bebe el café sin leche. Un tostado rubio afrutado y floral como este, con leche, hubiera sido definitivamente una desconcertante experiencia.

¿Sabes qué cafés te van a gustar? Si estás acostumbrado al café con cuerpo y oscuro o bebes el café con mucha leche la respuesta es cafés con perfiles de sabor a avellana, chocolate, caramelo, vainilla, canela…

Los tostados claros y los cafés con perfiles de sabor florales y frutas cítricas, aún bien tostados, dulces y sedosos, a un español le van a parecer eso aguachirri.

Y a un alemán también, aunque no conozca la palabra 😉